Este edificio de gran arraigo santanderino, simula en estructura el expresionismo de los años 70 con fuertes cargas simbólicas; como ocurre en el despliegue de sus curvas que recuerdan a las olas del mar, o todos los reclamos navales que recorren el edificio.
En su interior, el espacio invita a todo visitante a recorrer su única planta diáfana y perfectamente distribuida y una cubierta transitable que se convierte en uno de los mejores escaparates por sus vistas sobre la bahía. Treinta años después, anclados a principios del siglo XXI, se han realizado varias reformas en el interior y exterior del edificio, pretendiendo eternizar el simbolismo que representa el edificio, manteniendo siempre todo su carácter natural.
Cinco años atrás se realizó una segunda intervención en las fachadas y cubierta, con el fin de reparar, mantener la infraestructura, así como preservar la historia del edificio. La Estación Marítima se abrió a los santanderinos, cediendo parte de su espacio para uso público y así integrarse en la urbe.
Ya en 2020, el 1 de diciembre se ha inaugurado de nuevo la Estación Marítima de Santander, un proyecto coordinado por los arquitectos Álvarez Saiz, Javier Sáez de Santa María y la mano ingeniera de Gicsa, coincidiendo premeditadamente con la nueva ruta marítima Santander-Plymouth, fletada por la bretona Brittany Ferries. La hoja de ruta del día “d” viene pactada por la llegada del buque al Muelle del Calderón, con la posterior visita a la recién inaugurada Estación Marítima, que estrena metros, espacio, mejoras en carpintería y en la iluminación de interior. En este último concepto, Alfredo Lanza y todo su equipo de Grupo Lledó en Cantabria han participado en el estudio, asesoramiento e instalación de todos los recursos en iluminación de interior del edificio, ofreciendo siempre soluciones integrales y personalizadas a la estética y necesidades del espacio.